Ya no escribo versos por la noche
Vicente Villarrocha
Ya no escribo versos por la noche
Nota del libro
Vicente para relacionarse con el tiempo crea la ficción de su parálisis a través de su poesía. Para él se convierte en necesidad vital, lo de escribir versos, porque el tiempo no corre junto a nosotros, ni nosotros somos capaces de jugar con el tiempo. A veces no es más que un detonador inesperado que interrumpe el curso de la vida como ocurre con la muerte de su padre y su enfermedad irreversible. En otras ocasiones se sirve de artefactos de medida como el reloj o el giratorio giroscopio generacional, o de los días y estaciones que imponen el ritmo del viaje. Y el viaje es para acercarse a sus ciudades favoritas.
Carmen Rodrigo
POEMAS
HOY
para no sé qué
emocionante
he puesto a sonar un disco negro
de vinilo
giratorio giroscopio
generacional, en fin.
Canta en francés
y no te me quito del pensamiento.
Ne me quitte pas.
NO
quiero pensar en nada.
Y, sin embargo,
me gusta
ser
actor.
COMO COSTUMBRE
otra vez, hoy
ha resultado ser un día
completo.
Me acuesto,
lleno de ilusiones.
OTRA VEZ
obediente al tiempo
y al reloj
retraso la hora,
y no ha pasado ni una hora.
Ni nada
que el viaje no repita.
ESTE INVIERNO
nos iremos a París
a finales de enero.
Como el año pasado, el frío
congelará nuestros alientos
pero no empañará nuevas miradas.
Y volveremos a ver amanecer desde la
ventana de la ducha
del hotel que nos aloja.
Nos regalaremos unas ostras
en ese sitio de Grandes Bulevares.
Y comeremos en Chartier
otra vez, como toda la vida.
He comprado un libro esta mañana
y he jugado con él
toda la tarde.
ASOMADO
me miro
en el poema
porque me asombran
miedos tartamudos
o algo así.
Es como ser cine:
luz artificial
y complicidad proyectada.
Al final, siempre pinto ladrillos
adobados, eso sí,
de todas las especias.
Venecia es la ciudad que más habito.
ESTUVIMOS EN PARÍS
Y un taxi cómplice nos llevó
al aeropuerto amaneciendo
un día de huelga.
No estaban abiertas
las tiendas de perfumes
ni las cafeterías cuando llegamos.
¿Te acuerdas?
Estuvimos en París el otoño pasado
y de vuelta al aeropuerto
vimos crecer la luz del extrarradio.
Amanecía otra vez
y todo era contigo.
Es quizá la película más bonita,
algo de luz y tecnología óptica
o yo qué sé.
Y tú al otro lado del teléfono,
tan cerca que resulta
imposible
tocarte.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Foto: Carmen Rodrigo
«Vicente Villarrocha Ardisa nació un 11 de septiembre de1955 en la Mutua de Accidentes de Zaragoza, y presume de su infancia en un incipiente barrio obrero alrededor de las viviendas que el régimen de entonces proporcionaba» (B. Gimeno).
Estudió en Zaragoza en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos y en la Universidad, y en la década de los ochenta entra a formar parte de la nómina del profesorado de la Escuela como titular de la especialidad de Fotografía y Procesos de Reproducción.
Junto a su actividad «nutricia» nunca dejó la práctica de la pintura ni la crítica de arte. De hecho es autor de numerosos textos en catálogos y formó parte de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA). Dirigió las páginas de Arte del periódico
El día de Aragón y colaboró en publicaciones como Andalán, Menos quince, Zaragocio, El Periódico de Aragón, Heraldo de Aragón, Educa Aragón, el Bosque y la revista Cruce de Madrid, entre otros.
En palabras de Vicente le gustaba usar la pintura como lenguaje poético, y juega con las letras que el idioma de los trazos y los colores posibilita. Ilustrar con textos y dibujar la poesía convertía su obra en un argumento, más que idiomático vital.
En relación a su trayectoria pictórica, en 1973 cofunda el grupo Algarada con sus compañeros de la Escuela de Artes, en el que permaneció hasta su disolución, llevando a cabo exposiciones en la Escuela de Arte y en la Taguara (1974), o en la Facultad de Filosofía y Letras coincidiendo con la muerte del dictador. Posteriormente en las galerías Atenas y el Globo de Caspe, Patagallo y Caligrama, la librería Muriel y la sala Libros. A partir de los noventa optó por realizar un trabajo conceptual y decididamente narrativo.
Los títulos de sus obras se enuncian como acciones: Un Río de Puentes (1991), Manzoni en Giverny (1993). La Playa de Orán (1995), Fondos de inmersión y Fortea-Venecia (1999), Ulises en el Sena (2007), Fundamenta Twombly (2012) o Evidenziatori (2019) son ejemplos de ello.
Su trabajo ya forma parte del patrimonio cultural aragonés y su obra se halla en numerosas instituciones y colecciones privadas.
Entre otras el museo ARTRIUM de Vitoria, el IACC Pablo Serrano, el museo de Hecho; las Cortes de Aragón y las de Castilla y León; la Universidad de Zaragoza; la Diputación General de Aragón; la Diputación Provincial de Zaragoza y diversos ayuntamientos; la colección CAI, la colección Ibercaja y la fundación ONCE.
Residió entre Madrid y Zaragoza hasta su fallecimiento (Madrid, 2021). Con paradas en sus ciudades, tantas veces visitadas, como París o Segovia; y en especial Venecia, ciudad que le emocionó y sirvió de argumento poético (ergo estético) suficiente para la construcción de su vida cotidiana y de su obra.
De hecho, se declaró decididamente veneciano.